Introducción
Este salmo es el primero de los llamados “salmos penitenciales (6,
32,38, 51, 102, 130 y 143). Expresa la oración de alguien que está
profundamente agobiado por la enfermedad, el pecado, la culpa y los enemigos
externos. En este salmo, el orante es consciente de todos los problemas que le
rodean, expresa su dolor por tan lamentable situación y finaliza con una palabra
de confianza en la que es posible ver un renovado propósito de permanecer fiel
a Dios.
En cuanto a su estructura, se pueden ver tres partes claramente
diferenciadas. Los versículos del 1 al 5 registran la oración de alguien que
está profundamente alarmado y atribulado. Los versículos 6 y 7 no contienen
ninguna petición, sino un profundo gemido que sale de lo más íntimo del corazón
del sufriente. Finalmente, en los versículos del 8 al 10 se enciende la luz de
la esperanza, avivada por la convicción de que Dios ha escuchado la súplica.
El salmo se le atribuye a David; se ignora las circunstancias en que
fue escrito. Con respecto a la introducción, “en Neginot” probablemente
significa “con cuerdas”; mientras que “sobre seminit” puede significar
“instrumentos de ocho cuerdas”.
Propósito
El salmo 6 destaca dos elementos: por un lado, la ira de Dios (la cual
el salmista pide que sea alejada), y la fragilidad del ser humano, expuesto a
la enfermedad, el pecado y los enemigos. Se contrapone en el texto la
separación definitiva de Dios (“en el Seol”) con la manifestación de la gracia
y el perdón. Quedar separado de Dios significaría caer definitivamente bajo su
ira, mientras que gozar de la gracia y la benevolencia del Señor implica vivir y
gozar de sanidad.
El salmo 6 enseña a la Iglesia que, independientemente de las
dificultades que enfrentamos como cristianos, la victoria final es del Señor,
quien siempre nos vivifica por su misericordia.
Comentario
Las primeras frases del salmo
enfatizan, de manera negativa, el temor de David de ser reprendido. La
conciencia de David está intranquila y apela a la misericordia divina para atemperar
el castigo, ya sea mediante la misericordia o por medio del amor manifestado en
el Pacto que el Señor había establecido anteriormente con él (II Samuel 7).
La súplica de David involucra
también un estado de ánimo o un período de enfermedad prolongado, tal como se
ve en el versículo 2. En todo caso, la máxima expresión de la enfermedad es el
pecado, que carcome los huesos y que se muestra como profundo dolor (Salmos
32.3; 51.8). La conmovedora expresión “¿hasta cuándo?” se registra varias veces
en los salmos (13.1; 74.10, entre otros). Con ella se deja ver, al mismo
tiempo, la desesperación del salmista; pero también, a la larga, que todas las
demoras de Dios son períodos de maduración.
El llanto descrito en los
versículos 6 y 7 evidencian que David ha caído en un momento crítico de
depresión; ocasión perfecta para que los enemigos le ataquen despiadadamente.
En esta situación límite, Dios está, no obstante, a punto de intervenir.
En el versículo 8 el rostro del
salmista se ilumina gracias a la manifestación gloriosa de Dios, quien ha
escuchado la súplica de David. La petición de David ha sido vista con
beneplácito por Dios, lo cual significa que se ha alejado el dolor y que los enemigos
tienen que huir despavoridos, debido a la reivindicación que Dios ha operado de
aquel que se ha humillado ante su presencia.
verdaderamente el rey David paso por momentos duros y dificiles y sin poder escapar del sufrimiento siempre salio adelante porque confiaba plenamente en Dios y siempre tuvo muy clara su identidad.
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