viernes, 1 de abril de 2016

Salmo 4: Justificados, seguros y protegidos en el Señor






Introducción
El salmo 4 pertenece a la colección de salmos de David. Algunos estudiosos creen que el salmo 3 y el salmo 4 formaban una unidad; sin embargo, ambos cantos presentan características que los distinguen y que hacen de ellos unidades completas en sí mismas. El tema principal del salmo es la confianza y la paz interior que posee el creyente a pesar de todas las angustias que puedan presentarse en su vida. La estructura del texto podría ser la siguiente: la oración dirigida al Señor (1), una respuesta a los acusadores y a los exaltados (2-5), una respuesta a los pesimistas (6-7), paz y descanso en confianza (8).
Con respecto a la introducción, “al músico principal”, término que aparece 57 veces en los salmos, designaba probablemente al levita encargado de dirigir los cantos en el templo. “Sobre neginot” puede significar “con instrumentos de cuerda”.



Propósito
El salmo 4 pone de manifiesto que aún con todos los problemas que puede enfrentar el orante, la misericordia y la gracia de Dios son suficientes para salir victoriosos en medio de las pruebas. La confianza en el Señor es tal que incluso en la más furiosa tormenta el creyente puede dormir tranquilo, sin importar acusaciones o problemas. En concordancia con Isaías 50.8-9 y con Romanos 8.34, el salmo 4 enfatiza que aquella persona que ha sido justificada por Dios no debe temer maledicencia o tribulación alguna. De esta manera, el testimonio del Antiguo Testamento queda confirmado con la doctrina de la justificación del Nuevo Testamento, fundamentada en la obra de Cristo Jesús.



Comentario
La palabra “angustia”, en el versículo 1, implica estar acorralado, en estrechez. La Biblia del peregrino traduce “tú que en el aprieto me diste holgura, ten piedad de mí, oye mi oración”. “Dios de mi justicia” enfatiza el carácter de Aquél que nos hace justos por la obra de Cristo Jesús.
En los versículos del 2 al 5 el salmista se dirige a sus acusadores, así como a aquellos que se apresuran a juzgar. La expresión “hijos de los hombres” se usaba en Babilonia y en Egipto para referirse a las personas que tenían poder; de manera tal que pareciera que el salmista se dirige a gente poderosa que atenta en contra de su integridad. A ellos les recuerda que la justificación es prerrogativa de Dios, que es Dios quien le ha escogido, por el soberano afecto de su Voluntad. En los versículos 5 y 6 el salmista les dice a quienes se apresuran a juzgar que no deben pecar. “Temblad” puede ser traducido también como “airaos”, palabras que usa Pablo en el Nuevo Testamento (Efesios 4.26). Según la versión Dios habla hoy, les corresponde a los acusadores “acostados y en silencio”, examinar “sus propias conciencias”. El desenlace de esto es la conversión y el ofrecimiento, por parte de los acusadores, de sacrificios sinceros.
Al igual que el salmo 3.2 muchos acusan a David, en el 4.6 son “muchos” los que dudan del favor de Dios; a ellos le responde el salmista que no importa la circunstancia, el gozo de Dios vale más que la alegría pasajera y efímera del mundo.
El salmo finaliza con una impresionante declaración según la cual quien confía en el Señor puede acostarse y dormir absolutamente tranquilo, pues como el justo del libro de los Proverbios, no teme y habita confiado como un león (Proverbios 28.1)